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Que no era un juego
para principiante.
Aun así,
yo estaba adelante.
Listo para que me ataque
el amor gigante.
No sé para qué quería
una armadura fortificante
si tu boca disparaba besos
que me mataban
de un instante.
El juego se había convertido
en un combate.
La luna menguante muestra
las caricias que marcaste.
Quisiera que todo terminara
en un empate
pero como siempre,
ganaste
este corazón palpitante.
Yves Vidal